domingo, 2 de septiembre de 2007

Neurotoxinas de azucar

Cillit bang y la suciedad se va en un...¿bank?

Era una mañana fría de verano (no por la temperatura, claro). Me levanté a una de esas horas que deberían estar prohibidas por ley, las 7:30. Las mismas caras estaban en la misma parada de autobuses a la misma hora.
En un golpe certero le quité a una de esas "viejas de autobús sevillanas" el asiento que estaba a las espaldas del conductor del autobús. Las viejas de autobús sevillanas son mujeres de mediana edad que ponen cara de cansancio para que les dejes sentarse en el autobús pero que perfectamente me podrían ganar en un pulso o en un concurso de lanzamiento de salmón en Noruega.

Mis ojos, pegados por el sueño, no me permitían ver demasiado. Además, los rayos del sol incidían directamente sobre mi retina produciendo daños irreparables para un futuro no muy lejano. Aun así pude ver a dos ancianitas sentadas frente a mi. Una espigada y orgullosa de sentirse superior, la otra con cara de buena gente y con la inocencia de un niño pequeño escuchando las lecciones erráticas del falso profesor que todos llevamos dentro.

La vieja Rotenmeyer dictaba lecciones a diestro y siniestro siendo consciente de que tenía la sartén por el mango. La sartén en cuestión era de esas que tenía el teflón descascarillado (porque teflón que te comes, teflón que se queda ¿o no es así Patri?).
Entonces vi claro que ahí había tema de blog (no me equivoqué).

La dictatorial alzó un poco más el cuello. Me recordó a un muñeco de He-man que yo tenía de pequeño. Un muñeco que cuando le pulsabas un botoncito de la espalda levantaba el cuello casí duplicando su tamaño (éste es el muñeco en cuestión, Rattlor se llamaba).

Entonces dijo: "...pues yo no pasaré más ese calvario. Yo me compro un producto que limpia todo, la grasa, el polvo, el oxido...si niña, ese producto que anuncian en la tele, el Citybank................silencio....................la dicatatorial tuerce el cuello con gesto de autosuficiencia y mira por la ventana. La viejecita buena gente se acomoda un poco en un asiento donde la comodidad no puede existir.

Yo digo. "Señores de Cillit Bang, es el momento de contratarme como publicista si quereis triplicar vuestras ventas". ¡Citibank y la suciedad se va en un bank!

Edgar Allan Borch

4 comentarios:

clorophormo dijo...

Veo que tú sí que tienes vocación de aprendizaje.

Lo del teflón es cierto, queridos amigos: "Teflón que te comes, teflón que se queda" (aunque lo ingieras junto a un par de platos criminales de Cocido Madrileño Litoral... Agggg... Summun de la comida precocinada).

Esto no acaba ahí pues lo mismo os sucederá con el plomo en caso de que lo ingiráis. Más de un listillo pensará, "¿dónde cojones voy yo a comer plomo?" ¡Ese es el error que truncará su arrogante vida! Si alguna vez tenéis la dicha de beberos una botella de vino digno no olvidéis que, en tal caso, la cápsula estará fabricada de plomo y no de plastiquillo. Si no elimináis bien los restos que quedan en el gollete tras descorchar puede ser que os estéis condenando lentamente a un cáncer o a hundiros por vuestro propio peso (y el del plomo) ante la mirada atónita de las bañistas celulíticas de Matalascañas, provincia de Sevilla. Otro motivo de preocupación para los alcohólicos. (En fin, si es que cuando no es el Coco es la coca...)

Alfonso Alba dijo...

Y no olvides pues el hachís. Es una resina y como tal el cuerpo no la elimina. Se queda, para siempre, incrustada en nuestros órganos cual koala amarrado a un eucalipto.
Lo mismo ocurre con las pastillas y su compuesto químico. Éste, por contra, se va directo al coco (como la coca) y comienza a segar neuronas como Javier Isasi (director de recursos humanos del Grupo Joly, para quien lo desconozca) corta cabezas en forma de puestos de trabajo.
En definitiva, esta juventud -oh, divino tesoro- está condenada a no llegar a vieja. Hagamos pues la revolución y orgías por doquier.
Performance dadaísta ante un apocalíptico final de nuestra generación.
P. D.: Entre clorophormo y yo creo que hemos desviado ligeramente el tema del City Bank

Julia Delgado dijo...

Totalmente agropensador.

Pero no olvideis que la putada más grande es el fluor del agua que bebemos. Eso si que es la muerte lenta.

P.D: Me encanta la palabra gollete.

Anónimo dijo...

Bienaventuradas las viejas que viven en un permanente griffis y flotan plácidas como la basura espacial.

 
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