Calypsocromía

Operando, operando...

Bueno, mi primer calypso va a ser, como todos los siguientes, con y griega. Porque pienso usar esta sección mía (este soleado balconcito con vistas a la urbe) para azotaros con mi anglofilia y otras obsesiones, esas que supuran por mis orejas mezcladitas con cerumen. A saber: el electrodogmatismo garrulo de siempre, el moralismo de cine judicial americano, la falsa nostalgia del transporte público, la búsqueda fetichista y empecinada de discos olvidados, la teorización sobre las virtudes de la costa gaditana, el queso gratinado, las drogas raras y la interminable espera de sus efectos secundarios a largo plazo (esta obsesión es divertidísima; sobre todo cuando uno se olvida una y otra vez de cerrar la puerta del coche). Lo de la 'cromía' y el 'operario' vienen de mi trabajo. Para quien no me siga la pista, lo que hago es en parte funcionar como operario de preimpresión (convierte tú ese magenta desvaído a Pantone 145, que a mí me da la risa); y en parte, diseñar cajas en un programa que es como un primo rústico y exótico del AutoCad. Papiroflexia remunerada, como vengo diciendo desde hace años. A veces miro el cierre en forma de flor de 6 pétalos que le he diseñado a alguna caja para productos cosméticos y me pregunto: "¿Cómo puedes seguir respetándote a ti mismo?" Luego me acuerdo de eso otro que oí en alguna parte, "un trabajo no puede ser indigno si se hace con dignidad"; y pongo a los dos pensamientos en un ring de barro y simulan pelearse. En fin... La Verdad Fundamental sobre Madrid: En Madrid la gente no quiere ser feliz; la gente quiere, sobre todo, salirse con la suya. Por eso a las aves migratorias se nos quema alguna pluma a diario, en el bregar con las marujas en la cola del Ahorramás o en el bregar con los Seat León amarillos en la M-45. Las crónicas de esos bregares, a ritmo de calypso from now on, desde Madrid con amor, bytes y llantas de aleación de 17 pulgadas.

El Operario Estepario