miércoles, 25 de abril de 2007

Pepe, vente pa Alemania (Y hacemos lo que sea)

0.- La boina no se crea ni se destruye, simplemente se transforma.



¡Españoles!:
Sí, queridos amigos los tiempos cambian -es lo que tiene el tiempo- y la vieja imagen del españolito inmigrante que llega a la gran nación alemana con su maleta de cartón-piedra en la mano, reforzada con una guita de esparto, y la boina en la cabeza al más puro estilo Alfredo (Ho)Landa en Vente pa Alemanía Pepe (Komm nach Deutschland, Pepe), también ha cambiado. La maleta se ha convertido en una imitación de Samsonite comprada a unos chinos a precio de risa y la boina en una gorra Kangol de forro polar. Ya no tenemos que venir con los chorizos y morcillas envueltos en papel de periódico, ahora nos gusta sumergirnos en “la gastronomía de los pueblos” porque somos “muy” multiculturales –nos encanta establecer grados de tolerancia buenrollista-. En mi descargo he de decir que tuve que usar una correa, eso sí con un moderno cierre de plástico de esos que tienen tres cuernecitos, para que no reventase la Samsonite chinorri y que rendí mi nostálgico homenaje a Alfredo (Ho)Landa calándome hasta las orejas mi gorra de lana y espigado, comprada en Persianas Alfalfa, nada más bajarme del avión.
Ya no nos fascina la tecnología del mundo desarrollado y entramos caminando como raperos de Pino Montano en lugar de mirando a todas partes con la boca abierta. Parece que con la arrogancia hemos aprendido también a distinguir entre una marabunta de lucecitas agrupadas y los verdaderos mecanismos que hacen que todo esto funcione sin que sepamos nunca muy bien por qué. Ya no nos sorprenden las botas altas ni las faldas de las señoritas ni le pedimos al taxista que dé cinco vueltas en la primera rotonda que encontremos al entrar en Berlín. Tenemos nuestros propios Mercedes, componemos canciones en inglés y no nos gusta mancharnos las manos de tierra. Ahora vamos de sobraos. Antes nos reconocían por la boina y la cara de paletos y ahora por el peladito modernete, flequillos rectos para ellas y greñillas despuntadas para ellos –yo entré con ambos, claro-, y las ganas de llamar permanentemente la atención. El caso es que se nos sigue oliendo de lejos, aquí, en la Bundesrepublik. Sí, queridos amigos, los tiempos cambian y ahora la inmigración tiene más que ver con las necesidades del alma que con las del estómago, quizás porque la hemos vendido en nuestro orgulloso intento por desprendernos de una boina y una guita que no han hecho más que cambiar de forma.
Dicho esto no queda más remedio que dar cuenta de cómo es nuestra vida progre y bohemia en la gran nación alemana, autojustificar la huida del terruño, de esa piel de toro mal curtida que termina oliendo a animal muerto. Tampoco es muy diferente en Berlín dado que uno siempre arrastra sus miserias aunque aquí las embutan en tripas y las sirvan con curry y patatas fritas. Vente pa Alemania, Pepe (y hacemos lo que sea) promete hablar de la inmunda camiseta de la ¿mujer? que sirve las curry würst a las dos de la madrugada cuando el alcohol pide de comer; de los osos que merodean en los sitios más insospechados o bailan mantras paranoides tras las rejas del zoo; de las orgías tecnoadictas de mediodía junto a un canal hediondo y de los modernetes asociados; de las playas fluviales en las que, por supuesto, no faltan los sempiternos timbaleros, del ciclotaxi vietnamita que hay abandonado a la puerta de mi casa; de la escuela de idiomas llena de chinos a la que me he apuntado en la plaza más gay de Berlín o de por qué mola ser de un equipo de tercera división, Investiguen el St Paulie, una especie de Cádiz norteuropeo pero sin la Levantera Amarilla en el graderío. Lo mismo no es...
Semanalmente, desvelaremos enigmas ocultos sobre la fauna local y quizás algún que otro especial que justifique por qué tipos como el cantante de Los Planetas nunca podrá hablar alemán -en realidad dudo que pueda hablar ningún idioma-. ¿Qué es una Hamburguesa Postalpunk? ¿En qué consiste el aún más inquietante Transpunk? ¿Se puede ser un fertig y acostarse temprano? ¿Por qué parece que los turcos se dibujan la perilla aunque en realidad nadie conoce buenos pintores en Ankara? Sesudos ensayos sobre la indiosincrasia teotuna: ¿Por qué el tecno y no la rumba? Teoría General del Café Lamentable, ¿Por qué comprarle a un viejo indefenso las piezas de la bici que te acaba de robar? Apostillas a la Teoría General del Café Lamentable.¿Dominarán los productos bio algún día La Tierra? Refutación de las Apostillas a la Teoría General del Café Lamentable.
Cerca de mi casa, un barrio de lesbianas treintañeras con ínfulas maternales y artistillas reciclados con olor a pasta de curry rojo, hay un parque con el típico bar terraza de verano –una terrasita-. De esos en los que de pequeños nos hartábamos de pipas y gaseosa calentona, de cañas a palo seco en la adolescencia y de tapas de adobo en los albores de los treinta. Aquí le llaman genéricamente a ese tipo de locales, Biergarten, es decir, “Jardín de la cerveza”. Algo parecido al paraiso, queridos compatriotas. Sin embargo, no he visto las cáscaras de pipas, ni he disfrutado como solía cuando el niño cabezón –normalmente sevillano- que confunde el juego con el griterío ensordecedor, se deja sus primeros piños contra el albero lleno de colillas, servilletas arrugadas de papel y raspas de pescao refrito. La música suena bien y en lugar de Los Romeros de la Puebla o Requiebros suena el último sencillo de Gabriel Ananda. Creo que el camarero, en cuya retina he visto reflejado a un tipo con boina y maleta de cartón-piedra, no me ha entendido cuando le he preguntado si tenían shocos plansha, sobre todo teniendo en cuenta que apenas logro expresar mi edad y procedencia sin que el interlocutor se pegue a mi cara para decirme: Was? Supongo que hay cosas que no necesitan traducción.
En fin, con toda la ilusión puesta en ilustrar el mundo en que vivimos –en especial el Berlín que me contempla-, elevar la cultura general de “esta España mía, esta España nuestra” y consciente de que la debilidad económica les impide saciar sus ansias antropológicas, les lanzo una propuesta: Vente pa Alemania, Pepe (y hacemos lo que sea).

Clorophormo

5 comentarios:

Julia Delgado dijo...

No te digo ná y te lo digo tó...y lo que no quieras pa ti no lo quieras pa los demás.

De esta guisa se nos presenta nuestro corresponsal en tierras barbaras.

Ya sabeis a los que nos exponemos. Aviso para navegantes...¿...?...!

Con este número 0 de este, Cuaderno de Pitagoras, se abren las puertas de los infiernos ancestrales.

Capitán Cook(ing) dijo...

Yo tampoco digo y así también lo digo tó. Qué bueno, Patri, qué bueno. Un abrazo desde la Alemania del sur.

Anónimo dijo...

El mísmisimo "Prínsipe de lah Tinieblah" nos va a contar en exclusiva digital todas sus aventuras en Berlín... Yo no me lo pierdo. Un abrazo to empretao Pasticcelli; se te añora en la M-45, en la M-40 y en el tramo de enlace entre ambas, la recientemente inaugurada M-31.

K. dijo...

Shokoplansha. Shokoplansha. Y así. Dime, querido amigo techno, que no acaba pareciendo alemán. O quizás eres tú, que te has llevado contigo el perfume sureño y huele allí igual de bien que aquí. Quiero decir, en fin, que el tuyo y el del Operario Estepario son dos putos fichajes galácticos en este blog enloquecido y caprichoso. También: que se te añora.

Te quiere y manda abrazos de viejos amigos reencontrándose en la plaza del pueblo,

K.

Anónimo dijo...

¡Cómo me ha alegrado la noche de domingo leer tus banderitas en Deutschland! Te deseo lo mejón, amigo Patrice, recuerda que todo lo que hagas y dejes de hacer allí será irrepetible y, sobre todo, inenarrable, pero te seguiré agradeciendo tu ágil prosa now and then. Ah, y no le tengas miedo a llevar tatuada en la frente la palabra MODERNEZ, así como el mítico Martínez Soria nunca se avergonzó de sus papeles. Sólo hizo que el resto de españoles nos avergonzáramos de serlo...

Un abrazo para mi Sergio Casal.

 
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