jueves, 17 de mayo de 2007

Pepe, vente pa Alemania (y hacemos lo que sea)

2.- Compañeros (de fatigas)

Un inciso. Tengo dos profesoras. Una es Frau Müller. La otra prefiere que la llamemos Petra. Es posible que Frau Müller ya no beba, pero ha bebido, mucho. Si le faltara algún diente tendrían la sonrisa de un yonqui. La piel sin carne le cuelga cansada y con toda la grasa del pelo se podría rellenar una freidora.

En resumen, Frau Müller es una de esas personas con menos edad de la que aparenta y temblores en las manos. La otra profesora se llama Petra y lleva camisetas con rayas paralelas sobre los hombros. El otro día hizo la pregunta clave con una naturalidad pasmosa. A los chipriotas les preguntó si tenían problemas de corte político entre ellos. Ambos se rieron como dejando claro que su única patria es el dinero. La pregunta la hizo extensiva al judío de pelo rizado y a la palestina. Él negó vehemente con la cabeza. Todo un macho alpha. Ella balbuceó que no, sin levantar la mirada, como queriendo volver a los plurales. Yo creo que en su familia faltan miembros, en general.

Hoy precisamente me he sentado con una tailandesa de las que no podrían enclavarse en ningún caso en esa fantasía tan masculina de las gemelas. Ya sabéis... Sonríe, no se entera de nada y habla un inglés lamentable –si es que sus pequeños chillidos animalescos proceden de algún idioma conocido-. En fin, que apacigua con creces mi sensación general de ridículo.

Movido por la mutua compasión he llegado a comprender que su hija reparte publicidad muy rápido. De esto último no se puede estar muy seguro. Las que sí parecen gemelas son las dos coreanas quinceañeras que parecen estar divirtiéndose todo el tiempo. Es como volver al colegio. ¡Maravilloso, hasta llevan estuches de colores! Si un día una se viste de rosa fluorescente y la otra de amarillo ácido, al día siguiente lo hacen a la inversa y así sucesivamente. No falla. Se ponen coletas y hablan muy bajito. Tienen aparatos dentales y cierto desprecio por la dieta equilibrada. Parecen dos ositos panda. Podría establecerse fácilmente, a juzgar por las miradas que les dirigen los hombres de la clase, quien es un padrazo, quien un pederasta y quien un zoofílico.

El grecochipriota me parece uno de estos últimos. A una de las dos le falta el iris de un ojo, no sé si la de rosa fluorescente o la otra. También hay una china a la que llamamos japonesa por respeto, creo. De esa sé que le huele el aliento. Al parecer la halitosis crónica procede de algún desajuste en determinados órganos. El hígado es uno de ellos. La pobre lo debe tener reventado. Algo huele mal dentro de esa china, algo se pudre en su interior.

De todas las personas que aplacan el ridículo de vuestro compatriota, mi favorito es Luccio Palermo. Al principio me pareció que era una especie de marinero marsellés a medio camino entre Jean Paul Belmondo en un mal día y el actor protagonista de “Delikatesen”, ese que hace de novio celoso en “Amelie” y de agente internacional en “Mortadelo y Filemón” –Es que no me acuerdo del nombre-. El tío tiene el labio inferior casi descolgado, como si usara dentadura postiza, como si fuera un payaso desmaquillado que mantiene el gesto. Luccio huele a after shave, tiene las patillas blancas, el pelo repeinado en la sienes y una especie de tupe a lo Silvio Dante (el de Los Soprano). El parecido tiene sentido porque el tío ha resultado ser siciliano, de un pequeño pueblo cerca de Catania ubicado sobre el Etna, a unos 900 metros de altura. Bajo la camiseta luce lo que fue una irregular musculatura producto del trabajo duro. La piel manchada le cuelga un poco y tiene un pendiente deliberadamente pequeño en la oreja. El mar curte primero, después te oxida.

Luccio, efectivamente, tiene algo raro entre los dientes. Los molares inferiores de su derecha los tiene agrupados en un gran molar extrañamente blanco de casi cinco centímetros de arco. No parece artificial, es más un extraño giro argumental de la naturaleza. Entre las paletas asoma un gancho de metal. El resto de la boca ya no me he atrevido a mirarlo. Me apuesto lo que sea a que ha estado en la marina mercante metiéndosela a una raya por la boca después de seis meses sin ver un pedazo de tierna carne de ramera. Cada vez que miro a Luccio en clase me parece demasiado tranquilo, sospechosamente pacífico. Se limita a hacer los ejercicios en silencio con las gafas caídas hasta la mitad de la nariz, a responder cuando se le pregunta, a cederte el paso en la puerta. Sus movimientos son reposados, su conversación llena de silencios. No sé, cada vez que pienso en Vigo Mortensen en “Una Historia de Violencia” o Clint Eastwood en “Sin Perdón”, me convenzo de que hay que llevarse bien con los tipos como Luccio, Luccio Palermo para más señas. A veces tomamos café y él se queja del frío. Dice que en su pueblo deben estar asándose de calor y que desde su ventana ha visto varias veces el volcán en erupción, de cerca, como los peligros de verdad. También me ha contado que dentro de un mes y medio va a ser padre, Luccio Palermo. Continuará continuando...
Clorophormo

7 comentarios:

K. dijo...

Poderosa e inagotable tu capacidad de observación, querido Clorophormo. A ti te gustará mucho el techno y la electrónica de club sonando a la hora de almorzar, pero sospecho que son meros macguffins con los que pretendes engañarnos a todos. Tú, en realidad, eres Woody Allen. Primero fuiste el Woody Allen de Los Pajaritos; luego, el Woody Allen de la Macarena, con tu callecita Purgatorio frente a la ropa tendida y a la ventana de tu dormitorio; y ahora, en fin, ahora incluso creen que eres judío. Te han desenmascarado, ladrón.

PD: Escribo esto en día de asueto, con la resaca del título europeo, que hago tan mío como de Palop (y aquí está la grandeza del fútbol: unos lo llamarán opio; yo lo llamo euforia colectiva y soleada, aunque no me importaría que fuera realmente opio ahora que lo pienso); en fin, escribo esto con el sabor de la victoria fresco en los labios y escuchando con los cascos pepinacos un temón: "Dirty Deeds", de Gringo Grinder, remezclado por Ada. Superpitcher lo mete en una sesión, no me acuerdo cuál. Así como muy mántrico, muy adecuado para los cigarrillos olorosos. Míratelo en la "intranet". Mola.

Un abrazo XXL.

K.

Un beso enorme

Julia Delgado dijo...

Casi puedo oler el after-shave.
Me en-can-ta (como diría el mariquita de aquí hay tomate).
Perdón si no he podido poner el segundo adecentado hasta ahora.
No nos dejes sin la luz de tu palabra.

Anónimo dijo...

Por encima de todo, Patri, me gusta que ninguno de los personajes encaje en alguna clara categoría de tarados. Las asimétricas delicias de la brutal no-ficción. Y quiero una crónica de una noche en Panorama Bar pero ya!!!

Un abrazo

irene dijo...

Las Naciones Unidas deberían dimitir en bloque y dejar las riendas del mundo en vuestras manos. Especialmente, claro, las de la 'diplomática' Frau Müller: "Si tenéis algún problema político entre vosotros, no dudéis en pegaros en clase para regocijo de todos vuestros compañeros". Mis respetos.

Julia Delgado dijo...

Hola Molinoide. Por fin te veo por aquí. Que sepais que Ire está currándose desde hace tiempo la sección de páginas guays. Para los más olvidadizos recuerdo que pueden visitar su gran recomendación, la página para apadrinar palabras en la que Irene ha apadrinado "Saquito" y Paco, Bruno y yo "Cuajarón". No olviden visitar y dar un besito en la primera vocal a nuestras palabrillas apadrinadas.

Alfonso Alba dijo...

Clorophormo, simplemente sublime. Tu descripción ha agotado mis palabras para comentarte. Abrasos

Capitán Cook(ing) dijo...

Yo me quedo con lo de las gemelitas pandas coreanas. Genial. Firmado: un zoofílico.

 
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