Calypsocromía

"Plutito y yo"


Hoy dejo a un lado el habitual guiso de escombros, pleonasmos y mondas de patata, y me limito a contaros una historia minúscula. Una de miedo y tabiques desmontables.


Una vez le pregunté a mi jefe si tenía hijos. Aún nos conocíamos muy poco pero yo ya sabía que lleva quince años casado. Él me respondió con un "no" corto y seco, sin añadir nada más. Nos quedamos unos diez segundos callados los dos, yo esperando un amable apéndice coloquial a su "no", y él con la mirada perdida no sé bien dónde. Se formó un nudito desagradable de silencio, que deshice como pude, supongo que con alguna observación liviana sobre meteorología o bricolaje. En otra ocasión vi a otro compañero de trabajo preguntarle lo mismo y obtener el mismo "no" severo y sin aliños, y el chaval también tuvo que deshacer como pudo el correspondiente nudo de silencio. Entonces pensé que a mi jefe no le gustaban los niños. Sin embargo, luego supe que tiene la banda sonora de El Príncipe de Egipto, Aladdin y otras muchas películas de Disney, todas ellas compradas originales. Son sus discos favoritos. También tiene un perrito Pluto de plástico en su mesa, que está en el mismo sitio desde que empecé a trabajar en la empresa. El amarillo de su piel sintética se está poniendo un poco grisáceo, con los años y los cambios de temperatura del despacho. Cuando miro el perrito, o cuando le cuento esto a alguien, me noto un poso de plomo en el estómago, y un vértigo como de caminar por el bordillo de una piscina vacía.

Operario Estepario